miércoles, 15 de mayo de 2013


Resurrección de Cristo (Código Da Vinci, alta crítica, adventistas)
Es el misterio central de la fe cristiana. Es la base de todo lo que creemos los cristianos.
La resurrección de Cristo no es un retorno a la vida de antes; es el paso a una nueva dimensión vital nueva, que transfigura la simple existencia humana. Aquello que Cristo ha vivido ya es lo que nos espera y ha inaugurado para nosotros.
La Resurrección de Jesús es un hecho real, histórico (como todo lo que dicen los Evangelios sobre Jesús de Nazaret) y meta histórico, es decir, que va más allá, pues anticipa nuestra propia resurrección. Cuando pienses en esta verdad de fe, toma en cuenta estas cuatro afirmaciones:

1.La resurrección de Jesús no es una vuelta a su vida anterior, para volver a morir de nuevo.
Jesús entra en la vida definitiva de Dios; es "exaltado" por Dios (Hecho. 2,23); es una vida diferente a la nuestra. (Rm 6, 9-10)

2. Jesús resucitado no es una "alma inmortal", ni un fantasma. Es un hombre completo, con cuerpo, vivo, concreto, que ha sido liberado de la muerte, del dolor, de las limitaciones materiales, con todo lo que constituye su personalidad.

3. Dios interviene, no para volver a unir el cuerpo y el alma de Jesús, sino que ocurre un nuevo prodigio, una intervención creadora de Dios. El Padre actúa con su fuerza creadora y poderosa, levantando al muerto Jesús a la vida definitiva y plena.

4. No se trata de que Jesús resucitó "en la fe" de sus discípulos, o "en su recuerdo". Es algo que aconteció verdaderamente en el muerto Jesús y no en la mente o en la imaginación. Jesús realmente ha sido liberado de la muerte y ha alcanzado la vida definitiva de Dios.
Cuando celebramos la Resurrección de Cristo, estamos celebrando también nuestra propia liberación. Celebramos la derrota del pecado y de la muerte.

En la resurrección encontramos la clave de la esperanza cristiana: si Jesús está vivo y está junto a nosotros, ¿qué podemos temer?, ¿qué nos puede preocupar? 

Cualquier sufrimiento adquiere sentido con la Resurrección, pues podemos estar seguros de que, después de una corta vida en la tierra, si hemos sido fieles, llegaremos a una vida nueva y eterna, en la que gozaremos de Dios para siempre.

San Pablo nos dice: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (I Corintios 15,14)
La resurrección de Jesucristo es importante por muchas razones. Primero, testifica del inmenso poder de Dios mismo. Creer en la resurrección es creer en Dios

Segundo, la resurrección de Jesús es un testimonio para la resurrección de los seres humanos, la cual es un principio básico de la fe cristiana. A diferencia de todas las otras religiones, sólo el cristianismo tiene un fundador que trascendió la muerte y quien prometió que Sus seguidores harían lo mismo. Todas las otras (falsas) religiones fueron fundadas por hombres y profetas, cuyo fin fue la tumba. Como cristianos, somos confortados en el hecho de que nuestro Dios se hizo hombre, murió por nuestros pecados, fue muerto y resucitado al tercer día. La tumba no pudo retenerlo. Él vive y ahora está sentado a la diestra de Dios el Padre en el Cielo. La iglesia viviente tiene una Cabeza viviente.


¡Él vendrá nuevamente! Los muertos en Cristo resucitarán primero, luego nosotros, los que hayamos quedado y vivamos para Su venida, seremos transformados y recibiremos nuevos cuerpos glorificados (1 Tesalonicenses 4:13-18). ¿Por qué es importante la resurrección de Jesucristo? Porque demuestra que Dios aceptó el sacrificio de Jesús a nuestro favor. Comprueba que Dios tiene el poder de levantarnos de los muertos. Garantiza que aquellos que crean en Cristo no permanecerán muertos, sino que serán resucitados a una vida eterna. ¡Esa es nuestra bendita esperanza!
Los Evangelios muestran con toda claridad que los apóstoles no llegaron a conocer la identidad de Jesús hasta después de la Resurrección. Estaban continuamente confusos, equivocados y naturalmente, seguían siendo unos judíos fieles, capaces de pensar sobre Jesús solamente dentro de un contexto accesible a ellos: como profeta (sí), maestro, «hijo de Dios» y «Mesías». En el ambiente judío, ninguno de estos términos implicaba una naturaleza divina, sino, más bien, el sentimiento de que era un ser elegido por Dios.
        Sin embargo, a la luz de la Resurrección, comprendieron lo que Jesús les había insinuado durante su ministerio y que por fin afirmó explícitamente, como relata Juan en los capítulos 14 a 17 que Él y el Padre son uno.
        Si leéis el Nuevo Testamento, lo encontraréis expresado de distintos modos: en los Evangelios; en el recuerdo de la concepción única y virginal de Jesús por obra del Espíritu Santo (ver Mateo 1-2; Lucas 1-2); en todos los relatos del bautismo de Jesús y de la Transfiguración; en la actuación de Jesús perdonando los pecados, lo que provocó el escándalo porque «solo Dios puede perdonar pecados)) (ver Lucas 7, 36-50; Marcos 2, 1-12); y en varios pasajes esparcidos a través de los sinópticos y de Juan, en los que Jesús se identifica con el Padre de un modo que implica que, cuando nos encontramos con Jesús, nos encontramos con Dios en su misericordia y en su amor (ver Mateo 10,40; Juan 14,8-14).
        Si recorres los Hechos de los Apóstoles y las cartas de Pablo, que describen a la Iglesia primitiva y reflejan la predicación apostólica, no podrás evitar llegar a la convicción, que se encuentra en el núcleo de esa predicación, de que Jesús es el Señor –no solo un gran maestro o un hombre sabio–. (Lee 1 Colosenses o 2 Filipenses, por ejemplo, datadas ambas un par de décadas después de la Resurrección).
Super:http://www.vaticanocatolico.com/sabado.php
¿Cuál es el día del Señor, el sábado o el domingo?
Por el Hno. Pedro Dimond
-Por qué los cristianos (es decir, los católicos) dedican el domingo específicamente a Dios, en vez del sábado
Refutando a los Adventistas del Séptimo Día y los Bautistas del Séptimo Día usando la Biblia
 Éxodo 20, 8-11: “Acuérdate del sábado,  para consagrarlo.  Trabaja seis días,  y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero el día séptimo será un día de reposo para honrar al Señor tu Dios.  No hagas en ese día ningún trabajo,  ni tampoco tu hijo,  ni tu hija,  ni tu esclavo,  ni tu esclava,  ni tus animales,  ni tampoco los extranjeros que vivan en tus ciudades.  Acuérdate de que en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra,  el mar y todo lo que hay en ellos,  y que descansó el séptimo día.  Por eso el SEÑOR bendijo y consagró el día de reposo”.
 En Éxodo 20, encontramos el mandamiento de consagrar el sábado.  En el Antiguo Testamento, sábado significo "reposo" o "cesación" el séptimo día de la semana judía – el sábado.  Un número considerable de protestantes argumentan que las personas aún están obligadas por el mandamiento de apartar el sábado para Dios.  Ellos creen que los católicos quiebran este mandamiento mediante el reconocimiento, de conformidad con la Tradición de la Iglesia y la enseñanza del Nuevo Testamento, que las prerrogativas del sábado se han transferido al domingo en la Nueva Alianza.  Las siguientes consideraciones deben mostrar a cualquier persona sincera por qué los Adventistas del Séptimo Día y los Bautistas del Séptimo Día están equivocados.  Dios mismo, a través de la Iglesia que Él instituyó, transfirió a las prerrogativas del sábado al domingo, en honor del día en que Jesús resucitó.
 EL MANDAMIENTO DE CONSAGRAR EL SÁBADO ES DISTINTA EN SU NATURALEZA DE LOS DEMÁS MANDAMIENTOS
 De todos los 10 mandamientos, la de santificar el sábado es distinta en su naturaleza a los demás.  Este es un punto muy importante.  Es diferente porque es el único de los Diez Mandamientos que se refiere al ceremonial, no la ley natural.  Por ejemplo, el hombre sabe en su corazón que él no debe asesinar, que no debe robar, etc.  Pero la misma ley natural no le enseña que él debe adorar a Dios en un día particular, en contraposición a otro día.  Eso debe venir de la revelación externa y el precepto externo.
 De hecho, el santificar el sábado o el séptimo día no comenzó hasta después del Éxodo.  No se hizo antes ni desde el principio.  Toma parte de la ceremonia, no de la ley natural.  Puesto que es un mandamiento de la ley ceremonial, y no de la ley natural, Dios puede cambiar el día en el cual Él será honorado específicamente.  Los protestantes que sostienen que la ley del sábado santo aún permanece y continua, no siguen otros aspectos de la ley ceremonial del Antiguo Testamento.  No consideran como vinculantes la circuncisión o sacrificios rituales, pero sí consideran que la ley del sábado ceremonial de ser obligatoria.  Esta es a la vez ni bíblica ni lógico.

Así como la circuncisión, los sacrificios rituales, y otras partes de la ley ceremonial han cesado con la venida de Cristo, ya ha muerto el requisito de una ceremonia apartando el sábado para Dios.  Ha sido sustituido por Dios y su Iglesia con la obligación de honrarlo específicamente el domingo.
 LOS APÓSTOLES Y LA IGLESIA PRIMITIVA CELEBRABAN EL DOMINGO, NO EL SÁBADO
 Los Apóstoles claramente consagraban el domingo, no el sábado.  Leemos que se reunieron para la Eucaristía y el partir del pan en el primer día de la semana, el domingo, día de la Resurrección del Señor.
 Hechos 20, 7: “Y el primer día de la semana, reuniéndose los discípulos para partir el pan, Pablo les predicaba; y habiendo de partir al día siguiente, alargó su discurso hasta la media noche”.
 Vemos que los cristianos se reunían para dar culto los domingos. Este día fue apartado por los Apóstoles.
 1 Corintios 16, 1-2: “En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia.  Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, atesorándolo, conforme Dios le haya prosperado; para que cuando yo llegue, no se recojan entonces ofrendas”.
 Este versículo siguiente es particularmente importante.
 Colosenses 2, 16-17: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o respecto a días de fiesta o de luna nueva, o de sábados; que son la sombra de lo por venir; mas el cuerpo es de Cristo”.
 Aquí vemos a San Pablo ensenar específicamente de que las leyes de festivales y ceremoniales (¡incluida la observancia del sábado!) pertenecen al período del Antiguo Testamento y ya no son obligatorias después de la venida de Cristo.  ¿Qué tan claro tiene que ser?
DIOS LE DIO A LA IGLESIA LA AUTORIDAD PARA TRANSFERIR EL SÁBADO AL DOMINGO EN HONOR DE SU RESURRECCIÓN
 Mateo 16, 18-19: “Y yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.  Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en el cielo; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en el cielo”.
 Mateo 18, 17-18: “Y si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia, y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.  De cierto os digo: Todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo”.
 Es por eso que los primeros cristianos se reunían el domingo (el Día del Señor) para celebrar la Eucaristía.  Es por eso que los padres más antiguos, como San Ignacio de Antioquía escribiendo alrededor de 110 d.C., reconoció que el domingo era el día, no el sábado.
 San Ignacio de Antioquía, carta o epístola a los magnesianos, no. 9, 110 d.C.: “Así pues, silos que habían andado en prácticas antiguas alcanzaron una nueva esperanza, sin observar ya los sábados, sino moldeando sus vidas según el día del Señor, en el cual nuestra vida ha brotado por medio de Él y por medio de su muerte que algunos niegan —un misterio por el cual nosotros obtuvimos la fe, y por esta causa resistimos…”.
 Esta es una prueba clara de que los Adventistas del Séptimo Día y los Bautistas del Séptimo Día están siguiendo una perversión de la Escritura hecho por hombres que era extranjera no sólo a los Apóstoles, sino a los cristianos más antiguos.  Muchos otros padres podrían ser citados.
 HAY MÁS: El DÍA DE DESCANSO DE DIOS ESTÁ CONECTADO CON SU CREACIÓN;
ÉL REPOSÓ DESPUÉS DE QUE SU OBRA DE LA CREACIÓN HABÍA TERMINADO

LA RESURRECCIÓN SIGNIFICA LA FINALIZACIÓN DE LA NUEVA CREACIÓN,
Y POR LO QUE MARCA SU NUEVO DÍA DE REPOSO
 Génesis 2, 1-2: “Y fueron acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos.  Y acabó Dios en el día séptimo su obra que hizo, y reposó el día séptimo de toda su obra que había hecho”.
 Leemos que el reposo de Dios está conectado con su terminación de trabajo.  Dios terminó su obra, y luego reposó el séptimo día.  Pero la creación entera fue rota por el pecado de Adán.  Es por eso que Romanos 8 enseña que toda la creación estaba esperando en expectativa para la Redención de Cristo.  Su redención repararía la creación que se había roto.
 Romanos 8, 22-23: “Porque sabemos que toda la creación gime a una, y está en dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, esto es, la redención de nuestro cuerpo”.
 La redención de Cristo es, por tanto, una nueva creación.  Es por eso que se lee:
 2 Corintios 5, 17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.
 Hebreos 9, 11-12: “Mas estando ya presente Cristo, Sumo Sacerdote de los bienes que habían de venir, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación; y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una sola vez en el lugar santísimo, habiendo obtenido eterna redención”.
 La nueva obra de Cristo de la creación – de la reparación de la creación que se había roto por Adam – se realizó en la cruz y culminó con Su Resurrección.  Es por eso que nos encontramos con la identificación interesante sutil de Jesús con el jardinero.  Cuando María Magdalena vio al Señor resucitado en el día de su Resurrección, que lo confundió con el jardinero.  Este verdadero acontecimiento también tenía por objeto indicar que Jesús estaba en el jardín nuevo – el restaurado Jardín del Edén (el paraíso) que previamente había sido perdido por el pecado de Adán.
 Juan 20, 15: “Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que él era el jardinero, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré”.
Génesis 2, 8: “Dios el Señor plantó un jardín al oriente del Edén,  y allí puso al hombre que había formado”.
 La redención y resurrección de Jesús restauraron el paraíso y repararon el jardín que había sido dañada, porque él es el nuevo mayor Adán.
 1 Corintios 15, 45: “Y así está escrito: El primer hombre Adán fue hecho un alma viviente; el postrer Adán [Cristo], un espíritu vivificante.”
 Romanos 5, 14: “No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán; el cual es figura [tipo] del que había de venir [Jesús]”.
 Romanos 5, 19: “Porque como por la desobediencia de un hombre muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, muchos serán constituidos justos”.

Por lo tanto, tiene sentido perfecto que el día del Señor (el domingo, el día de su Resurrección) – que marcó el final de su nuevo trabajo de la creación – se convertiría en el nuevo día de reposo.


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